John Robb, en un post reciente, ilustra la fragilidad de la economía familiar, comparando la situación de una familia estadounidense actual con una de los 70:
In the 1970′s most families had a single wage earner. The median income in the 1970′s was about $38k a year (in 2000 dollars). The cost of a home and other fixed expenses (mortgage, taxes, car, etc.) were about $20k a year. That left $18k a year in disposable income.
Today’s family has two incomes. The median family income is now about $67,000 (in 2000 dollars). The cost of a home and other fixed expenses are about $50k a year. That leaves $18k a year in disposable income (the same as the family in the 1970′s).
Esto significa que nos hemos vuelto económicamente frágiles: por un lado, el ahorro se ha vuelto más difícil; por el otro, somos más vulnerables ante la pérdida de uno de los salarios. El proceso de descomposición ha golpeado directamente en la línea de flotación del modelo de seguridad económica que hemos construido, que se basa en 3 pilares básicos: programas estatales (paro, pensiones, etc), familia y ahorros propios:
- estado – no sólo hace aguas y está capturado, sino que además fomenta la individualización de lo que antes era su bandera social (sanidad, pensiones, educación, etc).
- familia – no tiene capacidad para soportar el desmoronamiento institucional debido a la alta tasa de paro y el endeudamiento derivado de la burbuja hipotecaria.
- ahorros – ¿pero alguien puede ahorrar todavía?
De estos 3 pilares, el estado ocupaba un papel fundamental como árbitro y proveedor directo de eso que dimos en llamar Estado del Bienestar: basado en la promesa de equidad y las escalas (que garantizarían el rendimiento del sistema), aceptamos cederle las competencias de cohesión social. Pero justamente cuando más lo necesitamos, cuando la equidad se rompe y la escala se convierte en un problema, el estado no sólo nos abandona, si no que incita a que cada uno se construya su propia red de seguridad, individualmente – incentivos fiscales para las pensiones privadas, copago sanitario, colegios concertados, etc. Si bien el estado ha incumplido el contrato social rebajando nuestros derechos, no hemos visto una rebaja equivalente de nuestros deberes (pago de impuestos, etc).
¿Qué podemos hacer para remediar esta situación?
Se me ocurren que tenemos 2 salidas: arreglar el estado o construir comunitariamente, con los nuestros. Como ya dije, no creo que ambas aproximaciones sean exclusivas y existen sin duda puntos intermedios de conexión. Aquí, investigamos sobre el significado de la Comunidad del Bienestar, con la sensación de que nuestra generación está inmersa en un momento histórico fascinante, que ha dado lugar a nuevos valores, modos de producción y comunicación. Por eso, de cara a recuperar nuestra resiliencia económica, me parece que necesitamos una “liberación intelectual“: romper con el relato del Estado del Bienestar. Y a partir de esa destrucción, reconstruir la idea de seguridad económica desde otra lógica, la que da sentido a nuestra generación. No estamos solos. Otros lo han hecho antes.
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