Ratatouille, o la gestión de la creatividad

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Remi es una rata idealista que ha desarrollado un interés por la cocina. A diferencia de su camada, tiene el olfato y el gusto hiperdesarrollado, no puede comer basura y por eso empieza a cocinar a escondidas en las casas donde viven. En un momento dado, llega a uno de los mejores restaurantes de París, de capa caída desde la muerte de su fundador, Auguste Gusteau, famoso por el bestseller de cocina Anyone can cook.

En el mundo de Ratatouille, las ratas siguen siendo ratas y provocan asco a los humanos. Como podéis imaginar, la conversión de Remi a chef de alta cocina en el Gusteau’s no era tan fácil como entrar por la puerta y pedir un mandilón. Toma tiempo y necesita protección. Por suerte para Remi, ha empezado a trabajar como limpiador en el restaurante, Linguini, un chico despistado que también quiere ser chef, pero no tiene las dotes necesarias. Mientras Linguini actúa como si fuese él quien cocinase, Remi es quien desarrolla las recetas y maneja los mandos en la sombra.

Pero el restaurante ya no es el antiguo Gusteau’s y el entorno no invita a la creación: Skiner, el jefe de cocina, se empeña en repetir las antiguas recetas siguiendo el manual al pie de la letra y en sacar líneas de comida rápida con ellas, lo que no hace más que hundir la reputación del Gusteau’s y convertirlo en un restaurante más del montón. Reflotarlo y devorverle su fama es una tarea ardua que sólo la unión de Remi y Linguini pueden lograr. Esta unión, provoca no sólo el ascenso de Linguini como uno de los mejores chefs de Francia, sino también los celos de Remi: sabe que su condición de rata le impide llegar a ser un chef apreciado por el público.

En el fondo, Remi es un ser creativo al que no le basta con cocinar, necesita reconocimiento. Es en ese punto de su relación cuando se produce la visita de Anton Ego al restaurante, el crítico más influyente de la ciudad y el que inicia la caída del Gusteau’s hace años con una mala crítica. A diferencia de Auguste Gusteau, Ego nunca se creyó eso de que Anyone can cook. Por eso, tumbar el restaurante de Auguste le produjo una satisfacción especial. Y se convierte en la prueba definitiva para Remi.

El desenlace, es una de las escenas con más significado de la historia del cine:

Ese discurso final de Ego, condensa uno de los mensajes principales de la película: el Anyone can cook de Gusteau, no significa que cualquiera pueda convertirse en un gran artista, sino que un gran artista puede venir de cualquier lugar. De esa predisposición a encontrar lo nuevo en lo inesperado, surge también una responsabilidad: protegerlo. Lo nuevo, la innovación, necesita tiempo y paciencia.  Remi nunca hubiese llegado a ser un chef sin la complicidad de todos los que la ayudan y protegen. De haberse descubierto su tapadera cuando todavía el mundo no estaba preparado para ello, habríamos perdido un gran cocinero.

Al igual que el Gusteau’s, las empresas contienen fuerzas internas que impiden que aflore la creatividad: las nuevas ideas son feas al principio y necesitan cariño, la repetición de lo que ha funcionado una vez como la negación del aprendizaje continuo en la actividad creativa, la presión por llegar a fin de mes con ingresos rápidos que cohartan la maduración de las ideas, etc. Todo eso, y más, podéis disfrutarlo en Ratatouille, uno de los mejores manuales de gestión de la creatividad que existen.


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2 responses to “Ratatouille, o la gestión de la creatividad”

  1. […] Repasando una de las entrevistas a David Kelley, uno de los fundadores y reputado diseñador industrial, me ha llamado la atención ciertas ideas comunes que he visto en otras compañías como Pixar y sus pelis. […]

  2. […] la conjunción de todas ellas lo que hace el producto atractivo. Por ejemplo: la idea básica de Ratatouille -una rata que quiere convertirse en chef- no cambió a lo largo de todo el ciclo de producción de […]

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