Galeano: a auga

Transcribo dúas historias escritas por Galeano no libro Bocas del tiempo.
EL AGUA

Al principio de los tiempos, la hormiga no tenía la cintura finita. Lo dice el Génesis, según la versión que anda en boca en boca en la costa colombiana del Pacífico: la hormiga era redonda y estaba toda llena de agua.
Pero Dios se había olvidado de mojar el mundo. Cuando se dió cuenta de su distracción, le pidió ayuda. Y la hormiga se negó.
Entonces, los dedos de Dios le estrujaron la panza.
Y así nacieron los siete mares y todos los ríos.

LOS DUEÑOS DEL AGUA

Hay empresas que son como esa hormiga pero mucho más grandes.
Al fin del siglo veinte, la guerra del agua estalló en Cochabamba. Cuando la empresa estadounidense Bechtel triplicó la tarifa de un día para el otro, las comunidades indígenas marcharon desde los valles y bloquearon Cochabamba, y también la ciudad se rebeló y se alzaron barricadas y ardieron las facturas del agua, en una gran hoguera, en la Plaza de Armas.
El gobierno de Bolivia contestó a balazos, como es habitual. Hubo estado de sitio, muertos y presos, pero la pueblada continuó, imparable, día tras día, noche tras noche, durante dos meses, hasta que en la embestida final los cochabambinos desprivatizaron el agua y recuperaron el riego de sus cuerpos y de sus sembradíos.
En la ciudad de La Paz, en cambio, las protestas no impidieron que se adueñara del agua la empresa francesa Suez. La tarifa se fue a las nubes, y casi nadie pudo pagar la cuenta. Por qué será, se preguntaron los expertos europeos y los gobernantes nacionales. Estaba claro: por atraso cultural. Los bolivianos pobres, que son casi todos, ignoran que deben bañarse una vez al día, como es costumbre en Europa desde hace quince minutos, y también ignoran que deben lavar el auto que no tienen.
Eduardo Galeano, Bocas del tiempo


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