[Resumen de la charla de Alberto Abella durante el Máster de Software Libre de Caixanova. En cuanto suban las transparencias a la plataforma la cuelgo en el blog. No he podido resumir todos los puntos tratados porque no pude tomar notas en tiempo real.]
Empezamos la charla comentando un tema tan de actualidad como la aprobación del OOXML como un estándar ISO. Abella se pregunta por las consecuencias que puede tener para la industria del software una vez aprobado. Ni siquiera nos paramos demasiado en comentar el grotesco proceso de aprobación del OOXML. No merece ya la pena, simplemente sabemos que las instituciones jerárquicas son fácilmente hackeables: sólo es necesario detectar los nodos más débiles y tratar de aprovechar esa vulnerabilidad.
Abella comenta datos sobre las patentes en la industria del software que da escalofríos:

  • Estados Unidos reconoce unas 150.000 patentes
  • Japón en torno a 50.000
  • Europa unas 30.000.

Sólo reseñar que los datos para Europa se refieren a las que aprueba la oficina europea de patentes, que NO es un organismo institucional europeo a pesar del nombre, sino que es una organización privada sin reconocimiento oficial: las patentes de software en Europa no están reconocidas legalmente.
Comenta Abella, que las patentes se están usando como armas de exclusión de la competencia (a resaltar que el 90% de las patentes no desarrollan producto comercial). Y Japón está preocupado por ello. Sobre todo desde el momento en que en Estados Unidos han podido desarrollar un producto como la X-BOX entrando en la industria del videojuego (un mercado cuasi-dominado por las compañías japonesas: Sony, Nintendo). Por la contra, Japón no ha sido capaz de desarrollar un sistema operativo que compita con el Windows estadounidense.
Es por esto que Japón es uno de los principales impulsores del Grupo de Trabajo sobre la innovación en software en la OCDE. La principal función de este grupo de trabajo es definir qué es innovación en software. Hoy en día, la principal métrica para medir la innovación es el número de patentes aprobadas. Pero esto, en un entorno abierto donde la innovación es compartida y la aprobación de patentes innecesaria (y funesta para la innovación) es necesario definir otro tipo de métrica para analizar qué está ocurriendo y definir en base a ello políticas de actuación.
Posteriormente, inicia un bloque dedicado a la legislación española y los estándares abiertos. Dice que hasta la llegada de la Ley de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos (LAECSP) no existía una definición legal clara de estándar abierto (asunto que ha sido investigado por Pedro como trabajo final de la asignatura de introducción del máster). Así Abella dice que hoy día, según la legislación española, un estándar abierto es aquel que cumple:

  • Es público y está disponible de manera gratuita o con un coste que no supone dificultad de acceso.
  • Su uso y aplicación no esté condicionado por el pago de un derecho de propiedad intelectual o patente.
Luego de explicar la importancia de la cooperación tanto como de la competencia en el desarrollo de software libre (y de la necesaria obtención de una masa crítica de usuarios), Abella pasa a hablar de las estrategias empresariales que usan el software libre como arma contra sus competidores. Cuenta que según la ley de conservación de la cadena de valor, en la cadena TIC (Hardware > Sistema Operativo > App Básicas > Gestor de Aplicaciones > Aplicaciones de valor añadido) lo que se gastan las empresas se mantiene constante o tiende a aumentar, por lo tanto, lo que se ahorra en un punto de la cadena (pongamos S.O.) será invertido en los otros.
Según él, esto explica por ejemplo que una empresa (por ejemplo: Sun) convierta en commodity un producto (es decir: apueste por una solución software libre a coste cero para los usuarios) en el que no tiene capacidad para competir. Con ese movimiento, la compañía golpea el núcleo de negocio de sus competidores y pretende que los clientes reinviertan ese dinero en sus soluciones que residen en otro campo de la cadena de valor.
Casi para finalizar, Abella habla sobre los signos de agotamiento del modelo de producción cerrada, aportando las siguientes estadísticas:

  • Respecto a la producción:

mientras Microsoft ha tardado 60 meses en lanzar al mercado su nuevo producto estrella (Windows Vista), sus competidores (Red Hat, Ubuntu, …) hacen lo mismo regularmente cada 18 meses.

  • Respecto a la mano de obra:

el número de empleados de Microsoft es del orden de 80.000 (bajo comparado con otras compañías TIC: telefónica, del orden de 100.000; o IBM, del orden de 300.000), la mano de obra del movimiento del software libre es inmensa. Aporta en este sentido datos del número de desarrolladores inscritos en SourceForge y dice:

aunque el 90% de ellos sean malos, el 10% restante supone unos 100.000 buenos desarrolladores.

Para finalizar, dice que la industria del software necesita métricas de madurez de los proyectos de software. Luego de analizar brevemente algunas soluciones, encuentra que éstas están demasiado centradas en la tecnología y que por eso no son válidas ya que:

Cada generación tecnológica es de 36 meses, por eso un modelo de madurez de un proyecto software debe ser dinámico y estar centrado en aspectos como la estrategia, la gestión y la comunidad.

Nos presenta su propuesta de modelo para evaluar proyectos al respecto – que está todavía en fase inicial- del cual espera tener la versión 1.0 en Junio.
La conferencia ha sido rica en anécdotas y temática. Antes de acudir a la cita pública en las VIII Jornadas de Software Libre que organiza el GPUL (en breve subirán los videos también), nos tomamos los merecidos cafés.

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