Parece ser que Mercé Molist está de vuelta. Y comienza publicando la historia del archivo que hackeó a la RSA israelí, el que a la postre, dió a los atacantes acceso a proveedores norteamericanos de defensa. Leyendo esto, uno se da cuenta de que Ghost in the shell ya no es ciencia-ficción futurista. No longer. Y se siente viejo.
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